sensibilidad suspendida

(razón: allá)



cartas a una onomatopeya









sobre el utópico bivalvo
(una revisión de su paroxística condición)

lametón.
el problema es por completo matutino.
ayer conocí a un hombre que perdió un ojo con 16 años, un compañero soldado
(acaban de alistarse, era la guerra, esa que si tuviéramos capacidad para eso llamaríamos nuestra) dejó escapar explosivo y eso. ahora igual pierde el otro. tiene cataratas.
casi noventa años. bastón. escribía novelas durante el franquismo.
populares, quiosqueras. ¿kioskeras?
se hacía llamar John L. Martyn.
escribía novelas de vaqueros.
ahora he vuelto a quedar con él.
ayer, gracias él, dejé de regodearme.
ayer y tantos.
es bueno que la vida, que son los días, me ponga retos.
que aunque yo quiera silencio. personas, bueno,
pero casi que de lejos, de tanto en tanto, o con un par de huevos,
todo el tiempo, se me presente la gente, me cuenten sus capítulos.
es bello que me dejen contar historias. o que yo misma tenga que
expulsarlas. ayer le dije al poeta chippewa que yo no escribía poemas.
me preguntan si escribo en estos pasillos. yo no sé qué decir.
tengo una amalgama relacional dándome pellizcos,
y tantísimas verdades de un relato que dejo que cobre vida.
y allí, en Madrid, cómo se ven estos segundos publicitarios? 
quiero decir, cómo es tu silencio entre tanto ruido.

1 comentario:

Meryone dijo...

cómo es tu ruido entre tanto silencio en el escorial menina...?

si tú no escribes poemas, a ver quién...

(me ha encantado lo del silencio entre el ruído, pero dicho por tí, que escribes bien...)

(bonito, diría, incluso)

(preciso y precioso, para completar)

me encantan tus corpúsculos

besos