Yo sí me enteré y volví a avergonzarme de los sólo ciudad. Cuando vivía en mi caserío de Vizcaya las golondrinas hacían nidos en las vigas del portal; de vez en cuando alguna se equivocaba y entraba en la cocina, y no había manera de sacarla, por mucho que la ventana por la que había entrado era de dos por dos metros; prefería chocarse contra los armarios, los azulejos, el suelo, la escoba y la olla de garbanzos antes de, agotadas todas las posibilidades de error, volver a salir por donde había venido. A mí me pasa como a esas golondrinas, que cambio las letras de los nombres cien veces hasta que, al final, vuelvo por donde había venido, a Ka keE.
5 comentarios:
Tampoco me enteré pero lo sentí
Yo sí me enteré y volví a avergonzarme de los sólo ciudad. Cuando vivía en mi caserío de Vizcaya las golondrinas hacían nidos en las vigas del portal; de vez en cuando alguna se equivocaba y entraba en la cocina, y no había manera de sacarla, por mucho que la ventana por la que había entrado era de dos por dos metros; prefería chocarse contra los armarios, los azulejos, el suelo, la escoba y la olla de garbanzos antes de, agotadas todas las posibilidades de error, volver a salir por donde había venido. A mí me pasa como a esas golondrinas, que cambio las letras de los nombres cien veces hasta que, al final, vuelvo por donde había venido, a Ka keE.
Abrazos cachicuernos. Estoy contento.
Hasta pronto.
ni yo
yo lo supe, lo sentí, lo viví, lo lavé, lo quemé y me siento renovada.
Catársis siempre es necesaria, no hace falta esperar a san juan.
Arte catártico al poder.
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