sensibilidad suspendida

(razón: allá)



equilibrismo constante y tres o cuatro verdades (en el camino de la madrUgada)










Hace bastante tiempo que hablo distinto, o que me callo demasiado. Ya sé que te va a parecer absurdo, desconocido habitante de estos corpúsculos, pero tengo un cuento que me atenaza por dentro, tengo un borbotón, uno, un puto borbotón, y creo que cuando esta u habla desde el más fondo agujero (que puede ser bueno, un buen recoveco, incluso un recoveco paroxista) dice palabrotas. Lo siento. Creo que también las digo cuando hablo, al menos con mucha más frecuencia que cuando escribo. Sin embargo, el otro día mi amigo Javier Cid, que además es mi jefe (ya te dije que todo esto te parecería absurdo), se rió de mí cuando (no sé a quién) dije “me siento temerosa”. Ahora no recuerdo de qué tenía miedo pero Javi me dijo: “¡Pero tú! ¿No puedes decir que te acojona y punto?

En otra ocasión, cuando no era mi jefe sino mi compañero, ¡y amigo más que íntimo!, le corregí algo. Él escribió la palabra bañador cuando se despidió en un email antes de un viaje y yo le dije algo como: Guay, pero por favor no uses la palabra bañador, sino traje de baño. “¡Ya está la Virginia Wolf!, me contestó. Yo me reí mogollón. Sí, esta u, cuando habla desde el agujero en el que hoy me encuentro, dice mogollón. De hecho mogollón es una palabra que uso mogollón. Puede que de vez en cuando se me escape un mazo, contagiado por amigos madrileños unos seis años más jóvenes que yo, o de mi hermano, que acaba de cumplir 21 años. Me parece impactante esto, pero bueno, sigamos con lo nuestro.

Yo me callo. Me callo aquí y en muchos otros lados, y me siento orgullosa de esto. Era todo un reto, y no porque yo hable mal a la gente, cosa que, con sinceridad, o a lo cursi, con la mano en mi utópico bivalvo, creo que no hago. Es más, me parece que hago todo lo contrario. Pero, claro, está feo hablar así de uno mismo, y mira que ya no tengo autoestima errante, pero lo cierto es que tampoco tengo un gran ego, y aquí nuevamente me siento presuntuosa, un poco… Porque de alguna manera estoy diciendo que soy una persona humilde, y vaya, eso sí que es un absoluto reto. También me gustaría ser una persona austera. Ahora podría continuar con este alarde presuntuoso y decirte que no me considero una persona derrochona. Me encanta la palabra, por cierto.

Derrochona, pues no, creo que no soy, pero sí me gasto bastante dinero, sobre todo en libros, billetes de avión, cines y cenas. Al menos no me drogo, y tampoco bebo, bueno, fumo porrinis, me sientan bastante bien, pienso. Tomo té y café a veces, y mi adicción más significativa es a la cocacolalight, tanto que debo restringírmela. Aunque en realidad me gusta tal y como funciono, a mí me gusta la cocacola en los bares, y que me pongan hielo, y el limón por supuesto. E ir echando, y las burbujitas, todo el rollo, como cuando hay merendola porque es tu cumpleaños, y yo siempre recuerdo algo, una voz adulta alzando una botella y un vaso de plástico blanco: ¿Cocacola o Fanta? Lo que más molaba era mezclarlos, no sé, para ver cómo sabía… Ahora antes que fanta me tomaría un trina.

De limón. Y estas últimas noches tomo nectarinas, o melocotones. A veces los pelo y los corto en trozos, otras veces con piel y a mordiscos, a veces siento que tengo doce años y parto la fruta por la mitad, la cojo con la mano y voy comiendo. He terminado dos libros de Yasunari Kawabata y me han encantado. He comenzado a leer El maestro y Margarita, y me está encantando. Recuerdo mi breve lectura a Pushkin, me acuerdo de un personaje, un niño que tenía un mapamundi, y pienso en Anna Ajmatova y Alexander Blok, pienso que debo leerlos con mayor profundidad. Gracias a Santiago he comenzado a valorar la posibilidad de la similitud entre el acmeísmo y el paroxismo. A veces me pongo post-it en el teclado o en el ordenador, pero siempre se me vuelan porque, desde que cambié de suplemento, disfruto de un ascenso y, además de en casa, tengo una ventana en el trabajo. Esto me hace feliz. Inmensamente feliz.

Trabajo demasiado. Sí, sin duda, trabajo demasiado. ¿Esto es mantener de nuevo una postura presuntuosa? ¿Tal vez victimista? Pongamos un ejemplo. Generalmente entro a trabajar a las diez y media y salgo a las nueve. De dos y media a cuatro suelo estar comiendo, si no hay contra orden. A veces también como en el trabajo. Más determinante en este instante supone que, en los últimos días, trabajo de diez a diez, o incluso once, o medianoche…, de forma más intensa, y me canso, y sin embargo, ni te imaginas la sonrisa que se me dibuja cada puta mañana, porque me despierto y no lloro. No sé si te ha pasado eso alguna vez. Nunca he soportado los días así. Yo no tengo recuerdos hasta los quince años. O no tenía… De veras, no los tenía, y es tan triste y tan raro. O tan inevitable en mi caso. De febrero a junio he ido recordando lo olvidado. Algunas cosas hacían daño,o todas, pero ya me iba dando cuenta de que eran absolutamente necesarias. Se abrió algo. Recordé demasiado. No sé, el caso es que yo pensaba que todo estaba bien, y en cierto modo lo estaba, pero ahora constato que para estar mejor, para ser mejor, no sé, era necesario este trago.

Hace ya más de dos meses que no me despierto llorando. En serio. Y me da una cosa cuando me acuerdo de mi comienzo del 2007, hasta el verano…, me pasa lo mismo que cuando, en aquellos meses, me acordaba de mí preadolescente, y adolescente, y eso que nunca fui una adolescente al uso (¿será que me vino más tarde, o que aún no lo fui?) y sentía muchos deseos de abrazarme, y lloraba mucho acordándome de mí, de las cosas que me pasaron, y ahora no me apetece enumerarlas. Si eres un habitante de este lugar, hables o no hables, seguramente ya sabes de qué estoy hablando yo. Mi vida no ha sido normal, y dejemos a un lado la capacidad de precisión de este término tan común. Mi vida seguramente tampoco es normal en este momento.

Vivo en una jodida sit-com, trato de dormir ocho horas cada día y lo consigo dos de siete, alguna vez llego a tres. Tengo el móvil lleno de mensajes y voy con dos días de retraso. Hay muchos mensajes bellos que no puedo borrar. Pero tampoco tengo tiempo para establecer una exhaustiva criba al respecto. He oído que con un cable puedo mandar todos mis sms al ordenador. Además, tengo tropecientos emails pendientes de respuesta, unas treinta nubes mexicanas en una carpeta y bajo cada una de ellas tengo que escribir un poema. Pero yo no escribo poemas, yo escupo, reviento y callo, me atraganto muchísimo, por eso el agua, las nubes y la savia sabia, la saliva atorada en el paladar, olvidando el significado de la palabra labia, los labios mordidos, la sangre hacia dentro, nadie se lo creerá pero enarbolo la bandera del tiento.

Me llamo Rebeca Yanke, tengo 29 años, duermo en un colchón en el suelo, mi autobús se llama 73, pero a veces necesito coger un taxi para preservar mi salud mental, porque trabajo el mundo, pero a veces necesito alejarme. También trabajo en un suplemento del diario El Mundo. En noviembre me iré una semana a México, a convivir con indígenas y recitar poemas. En mi caso escupitajos.
Madrid me encanta, cada día más, y sin embargo preveo que me iré de esta ciudad, no sé, algún día de estos. Mientras tanto, ya sabes lo que hago. Trabajo demasiado, últimamente persiguiendo modelos para hacerles entrevistas, leo bastante, escribo unos infinitos corpúsculos bastante abstrusos, laberínticos pero con amplios ventanales, ya lo sé, aquí a veces hemos de coger aire. Viajo cuando puedo y cuando no me aguanto, hablo, hablo bastante y callo demasiado, a veces amo, casi siempre ando, no hay nada más que agua entre mis dedos, apuntalo la puta t a la rutina y busco (a veces con insistencia) el caramelo del flan. He dicho.


11 comentarios:

Anónimo dijo...

AMÉN.

Tendría que poner la música de la película "Corre, Lola corre" para leerte. Escribís adrenalinicamente (existe ese término?)

Besos Rebe.

Anónimo dijo...

La mayoria de las veces callo
ahora me ha dado por callar a mi también,
antes..tenía mucho que decir, por enfado casi siempre..ahora? callo
cuando nada tienes que decir ya
cuando ya te has cansado
se ha terminado
porque siento que ya no puedo hacer más...
que ya no depende de mí
se abre otro ciclo en mi vida, dentro del mismo, sin apenas pararme a pensarlo

Bikiños y un grandísimo abrazo!!!

Anónimo dijo...

Presiento que tengo que ser más directa
más agresiva (sin llegar a molestar)
sobre todo, sabes el que?
más egoista
voy a dejar que las cosas pasen
no voy a insistir en ellas
no tendría sentido

Más besos
y más abrazos
siempre entro, para formar parte de tu vida.
Gracias!

Carmen dijo...

Un beso grande Rebequita...o dos si son chicos

Anónimo dijo...

ÑAS!

me dejaste sin aire al leer
(es de esos que se lee como sin puntos)
me alegra verte contenta y con energía
estos días, aún con tanto curro, tus ojos deben de brillar de lo lindo. Disfruta de esa energía
ciao

uminuscula dijo...

pues igual me animo y te pongo una foto de mis ojos estos días, si me la hago luego... quieres, peregrino?

Anónimo dijo...

Sí quiero U!!

Jorgewic dijo...

Siempre busco quien está detrás de esa u minúscula..., y cada día creo conocerla un poco más. Oh, tiene 29 años, una mujer que dice su edad es capaz de decirlo todo (Wilde). Algo tendrá al agua cuando la bendicen..., tantos emails no pueden estar equivocados. Y dice "a veces me enamoro", sin declaración de intenciones. Mmmm, sospechoso.

Un beso

Anónimo dijo...

Esa fotografía tiene algo que me pone los pelos de punta...

MAYA dijo...

Nada me sorprende Rebe. Eres lo que escribes y lo que callas. Te imaginé tal como lo cuentas, ni más, ni menos. Y se de las noches de cierre de un suplemento. Y como lo sé, que con pollo a la brasa y un buen Whisky me he pasado cerrando muchas veces notas para el suplemento del domingo.

Nada me sorprende, todo lo contrario me acerca más a tu uterina esencia.

Un beso enorme uterina viajera e instalada en la tierra madrileña.

Beso,

Maya

jalias dijo...

tomo nota ...

Re mayor
of course