sensibilidad suspendida

(razón: allá)



sE, cC


Quisiera colocar aquí un texto que también escribí en http://www.fotolog.com/tribecca , la semana pasada, acerca de Ángel, como he hecho tantas otras veces. Aún no puedo creer que se haya ido. No sale de mi cabeza desde entonces, ni un instante. Estoy triste.

Sé lo que es esperar:
¡esperé tantos dias y tantas cosas en mi vida!
Los inviernos tediosos
[esperando,
los veranos, bajo el sol, esperando.
El luminosos y amarillo otoño -bella estación para esperar-
e incluso la primera abierta a toda espera,
más próxima que nunca a
[realizarse,
me han visto inútilmente, pero firme,
tenaz, ilusionado,
en el lugar y la hora de la cita,
alta la fe y el corazón en punto.
Alta la fe y el corazón dispuesto,igual que tantas veces, aquí
[sigo, en la esquina del tiempo -vendrá pronto-
tras un limpio cristal de sol, de
[lluvia o de aire,
acodado en el claro mirador, de los vientos,
mientras pasan y pasan
[los meses y los días.
(Ángel González, Realidad casi nube)

Anoche pensé que los mejores poemas se escribían así, como el de arriba, sin esperanza y con convencimiento. Tal descripción es, de hecho, un verso de Ángel González. Es, incluso, uno de los capítulos de su antología Realidad casi nube, donde habita el poema precedente, donde también vive otro que vino aquí un día, hasta este no lugar (tribecca también es un no lugar, como un aeropuerto o un supermercado) para ayudarme a verbalizar, o a entenderme un poco, que viene a ser lo mismo. Le debo mucho a Ángel González, pienso.
Antes estuvieron aquí estos versos:

Trabajé el aire,
se lo entregué al viento:
voló, se deshizo,
se volvió silencio.
Por el ancho mar,
por los altos cielos,
trabajé la nada,
realicé el esfuerzo,
perforé la luz, ahondé el misterio.
Para nada, ahora,
para nada, luego:
humo son mis obras,
ceniza mis hechos.

… y mi corazón que se queda en ellos.

Recuerdo la lectura atenta de este poema una noche cualquiera del año pasado. Recuerdo que, como muchas veces, se me disparó la cabeza; suele pasarme eso. En aquella ocasión fue con el último verso, más que en eso, en el uso de la preposición. Ángel González podría haber elegido la preposición con (… y mi corazón que se queda con ellos), y seguramente a nadie le hubiera parecido un mal gesto poético. Pero no, escribió la preposición en, y esto es fascinante, porque realmente lo interesante es que el corazón se quede en las historias, y no al revés. Esto es vivir sin esperanza y con convencimiento, tal vez. A veces encuentro este mismo verso, en cursiva, en los poemas de Alberto Vega. Cuánto me hubiera gustado conocer a este poeta, charlar así, sin esperanza, y con convencimiento, que no es lo mismo que decir sin esperanza pero con convencimiento, ¿eh?

Porque existir así es hace más sencillo vivir (supuestamente), pero claro para esto uno debe alejarse alardes poéticos, salir de su cama, cerrar ventanas, participar de los contextos y, en eso, y en todos los ámbitos (y son demasiados) hay que hacer el intento de no caminar sobre expectativas. Sin esperanza, con convencimiento. Igual luego es verdad que cuando se consigue se vive más contento, liviano o libre, pero lo cierto es que no tener expectativas es una de las cosas más difíciles que existen. Yo no siempre tengo éxito, pero sí puedo decir que cuando lo tengo lo noto. Por si sirviera de algo, puedo contar que una vez decidido efectuar el proceso, hay que cambiar los verbos. Por ejemplo, los fracasos no se encajan (no se guardan, no se quedan dentro de mí, de mi corazón, de mi sentipensamiento) sino que se encauzan. Y entonces sucede que incluso ellos, los errores, los fracasos, las frustraciones, sirven para algo. Ya lo sé, es súper complicado.

Porque además se ve implicada la emoción, si somos de esos que acostumbramos, pese a haber cambiado tanto, a poner en el esfuerzo diario esa oda de Fernando Pessoa (sé tú en todo lo que hagas, nada exageres o excluyas). A veces olvido. A veces puedo olvidar casi todo, y giro en el tiempo sin percatarme de los objetos. A veces me pasa eso. Y así es más fácil no detenerse en mi propia implicación en los contextos. Últimamente he tenido que concentrarme mucho en mí, para no perderme. Voy haciendo los gestos. Asumí que ya no es que viva en un estado paroxista continuo, sino que el escenario es un inmenso juego metatextual, y yo puedo participar con mis dados, e incluso apostar. En muchas ocasiones hago el círculo exacto aquí, en este lugar, donde agrupo poemas, imágenes e historias, y a veces cuando conozco a alguien que supo de mí por aquí y me habla de este lugar, de tribecca, no suelo decirlo pero pienso en dos cosas: 1, este nolugar es un lugar a cuidar. 2, tribecca, en cuyo about se lee, rebeca en estado de crecimiento, es exactamente eso. Y luego me asusto un poco y cambio de sentipensamiento, creo. El 5 de enero de hace tres años comencé a escribir aquí. Jopetas, se me había olvidado nuestro cumpleaños. Felicidades, querría darte un abrazo, y decir: gracias, eres estupendo, es un lujo que estés cerca de mí.

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