sensibilidad suspendida

(razón: allá)



senza altro

he hecho el recorrido matutino habitual de mis mañanas de verano. en el arenal se sigue vendiendo oro, y cuando me interpelan respondo que no tengo. sigue habiendo agua entre las mismas piedras en el comienzo de la calle carretas, las mismas personas en las esquinas y a veces alguna nueva. hoy vi a una mujer pidiendo desesperadamente un euro para un café, decía. los guiris no la entendían. yo sacaba dinero en una esquina y la oía, la oía. le hice una seña para que viniera y le di todas mis monedas. te llega? le pregunté. me falta un euro, me dijo. o sea que le hacían falta por lo menos dos para desayunar. normal. no tengo más monedas, reina, le contesté yo, y también dije 'ánimo', y ella 'gracias' y ya está. pero no puedo seguir así, no puedo ir dando euro tras euro mientras camino. hay uno al que siempre evito. un muchacho de buena planta, de piel negra brillante, estupenda, pero que siempre quiere hablarme cuando paso por su esquina. no soy cruel, me parece. lo que me irrita es que sigan pasando los meses y me hable de la misma manera: eh, eh, chica, english, english? ven, ven, ven. pues no, no voy, ostia.