sensibilidad suspendida

(razón: allá)



APÉNDICE PAROXISTA DE RITMO LENTO II


ALGUNAS CITAS PAROXISTAS

- Yo necesito gritar el paroxismo, el amor ecuménico y el nosotros unísono. Creo que ese debe ser el primer paso del paroxista, descubrirse, mostrarse, compartirse y dejar que la gente lo mire, lo observe, lo lea. Ha de ser la del paroxista, una posición activa y no anti-sistema como pensé muchas veces, sino pro-hombre, humanista. hUmanista, claro. No definiéndose en oposición a-, sino por si mismo. Leía ahora a Rebeca, que es tan mía, y recordaba los orígenes de un paroxismo que se convirtió desde entonces en mi living philosophy. Y arrastro mi paroxismo como mi manta de niña, y me pego con los muros de la indiferencia, los del odio y la ignorancia siempre culpable. Y sonrió, siempre sonrío porque, amigos, la sonrisa se contagia. - (http://www.fotolog.com/escobasdebrezo/)








Sin duda, el movimiento paroxista tiene que ser ejército, pero en la pen-ú-ltima (por supuesto) acepción de la RAE: "colectividad numerosa organizada para la realización de un fin". Además, suprimiendo la tilde, es una conjugación del verbo ejercitar: "practicar un arte, oficio o profesión", "hacer que uno aprenda algo mediante la enseñanza y la práctica" y "practicar reiteradamente una actividad para adiestrarse en ella". No cabe duda.
(Hugo Simón)















El paroxismo nació de los renglones torcidos de Dios. De un libro con tal título. El autor es Torcuato Luca de Tena. Vaya nombre regio. María, la que vuela sobre el brezo de una escoba, cual bruja paroxista del Tercer Milenio, trabajaba entonces en un gabinete de psicología infantil. Sufría. Y aprendía. Yo, en aquellos tiempos, era la profesora particular de un grupo de diez niñas, de 9 a 10 años, así como de buena familia y tal. Por las tardes, bajo la lluvia bilbaína y sus charcos de sol, María y yo nos encontrábamos. Acabábamos de terminar la carrera. Todo era incierto. El periodismo era una entelequia, como lo era la vida. Nosotras entonces prácticamente sólo entendíamos de sufrimiento. Sonriente sufrimiento el nuestro al que le acompañaba una sonora carcajada. Íbamos al bar de Alberto, tomábamos té de canela. Hablábamos, sobre todo. Una tarde me contó que el padre de un niño del gabinete, niño sordomudo creo recordar, le pidió que le dejara regalarle un libro, y entre las manos de María aparecieron Los renglones torcidos de Dios. Yo ya lo había leído, y recordaba a Alice Gould. María me preguntó: ¿Y tú sabes lo que es un paroxismo? ¿Y el adjetivo inefable? ¿Y abstruso? Yo sabía la definición de paroxismo, algo sabía, pero ahora sé que no sabía nada en esos días. Y con los adjetivos nos confundíamos. A veces nos parecían lo mismo, pero con el diccionario aprendimos. Aprendemos.



inefable.


(Del lat. ineffabĭlis, indecible). 1. adj. Que no se puede explicar con palabras.




abstruso, sa. (Del lat. abstrusus, oculto). 1. adj. Recóndito, de difícil comprensión o inteligencia.








Y entonces viene. El paroxismo inefablemente abstruso. El "viviendo un paroxismo" escrito sobre las lunas mojadas de los coches, y la vocal preferida, auténtica, u minúscula de infinitos corpúsculos. Ahora ya aprendimos lo que significa la palabra. Lo mejor de todo es que estamos aprendiendo que existe. Comienzo a darme cuenta, en el mundo los paroxistas se encuentran. Ahora nos enfrentamos a la obligación de informarles a los que lo son y no lo saben de qué a esto. Yo, por lo pronto, opto por leer a Baudrillard, algo tendrá que decir en esto.





Título: El Paroxista Indiferente
ISBN: 8433905597

Número de páginas: 177
Autor: Baudrillard, Jean;
Editorial: Anagrama



El "paroxiton" es la sílaba anterior a la última, la "penúltima". Así pues, el paroxismo es el momento anterior al último, no el del final, sino precisamente el anterior al final, justo antes de que ya no se pueda decir nada. El paroxismo, dice Baudrillard, está relacionado con los fenómenos extremos, pero no comparte la ilusión del final. La utiliza como observatorio, desde donde puede tener un panorama inexpugnable. Hace intervenir el final en el mismo desarrollo de las cosas. Incluso se sitúa eventualmente más allá, como si saltara por encima de su sombra. Ni fanático, ni proselitista, ni exorcista: justo la violencia del paroxismo y el discreto encanto de la indiferencia. Justo Equilibrio entre los extremos, justo allí donde en los confines de la indiferencia sigue brillando un resplandor de desesperación. Ésta es sin duda también la figura de nuestro mundo.






P.S: Estos días estoy en estado paroxista larvario. Inevitable esto. (nota mental, la contradicción es una orgullosa bandera). Inexorable. Inexorable que en estos días sólo me interesa mi ventana. (nota mental: a los paroxistas nos encontrarán mirando al cielo).



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