Bernard: “Y voy despeinado porque, cuando la señora Constable me ha dicho que me peinara, había una mosca en una telaraña, y he preguntado: “¿Devuelvo la libertad a la mosca? ¿Dejo que la araña la devore?” Por esto siempre llego tarde. Voy despeinado, con astillas de madera en el pelo”. “Siempre llega tarde, Bernard. Su incorregible imaginación le impide ir con ellos. Cuando se lava las manos, es capaz de interrumpir la operación para decir: "En la telaraña hay una mosca, ¿la salvo o dejo que la araña se la coma?"
Fragmentos de "Las Horas", de Virginia Wolf.
Bien, compañeros, el paroxismo también es esto. Es ésta mariposa que encontró María en el desconocido ecosistema de Idaho. Me cuenta que si no vive cerca del agua, perece. Creo que somos así, los paroxistas. Necesitamos agua. Somos agua. De ella nos alimentamos y hacia ella nos dirigimos y, en realidad, no somos más que agua entre los dedos. Nada importante en cierto modo. Esencial si le das la vuelta a la perspectiva. La mariposa necesita vivir cerca del agua, pero si se moja una de sus alas, también muere. Y la contradicción que maneja su vida nos da una nueva característica paroxista. Tan frágil o tan fuerte, tan triste o tan alegre. Tan puedo con todo tan no, coño, no te acerques a mí, soy un miserable incapaz de dar un paso hacia adelante, no sé qué va a ser de mí. Pero creo que el paso inicial es vencer el miedo. A vivir cerca del agua sin rozar el arroyo, planeando, sobrevolando la inmundicia y lo que nos aterra. Desde arriba, junta a esas nubes que, detente, piénsalo, son nuestra memoria de humildad. Siempre que miremos hacia arriba y las veamos magníficas recordaremos lo poco, lo nada, lo agua que somos. Y eso es perfecto, eso es necesario. Somos humildes, seamos humildes, no nos sintamos mejor que la mariposa extranjera. Somos así, elegimos serlo. Has de saber que si eliges ser paroxista no todo va a ser divertido. Porque tu sensibilidad juega en dos direcciones. Va de dentro hacia fuera, de fuera hacia adentro. Y en medio de todo eso, tú sólo, tú hecho de infinitos y minúsculos corpúsculos, células hipersensibles, neuronas que dan forma a la Tierra que pisas como los individuos formamos el cerebro del Mundo. Pero no tengas miedo. Creo que podemos hacerlo. Yo estoy en ello. Intentando ser yo en el maremágnum. Y el agua a veces me hace daño, también a María, también a la mariposa, y a Malú Urriola, y a Alejandra Pizarnik, y a Julian Barnes, y al barrendero de la esquina, y a tu madre y a tu prima y aquel que amaste tampoco se olvida. Somos responsables de nuestra felicidad. Somos responsables de ser libres y felices, ¿ha quedado claro? Planeemos. Porque el himno paroxista también nos lo recuerda. Tonight we fly, compañeros.
Fragmentos de "Las Horas", de Virginia Wolf.
Bien, compañeros, el paroxismo también es esto. Es ésta mariposa que encontró María en el desconocido ecosistema de Idaho. Me cuenta que si no vive cerca del agua, perece. Creo que somos así, los paroxistas. Necesitamos agua. Somos agua. De ella nos alimentamos y hacia ella nos dirigimos y, en realidad, no somos más que agua entre los dedos. Nada importante en cierto modo. Esencial si le das la vuelta a la perspectiva. La mariposa necesita vivir cerca del agua, pero si se moja una de sus alas, también muere. Y la contradicción que maneja su vida nos da una nueva característica paroxista. Tan frágil o tan fuerte, tan triste o tan alegre. Tan puedo con todo tan no, coño, no te acerques a mí, soy un miserable incapaz de dar un paso hacia adelante, no sé qué va a ser de mí. Pero creo que el paso inicial es vencer el miedo. A vivir cerca del agua sin rozar el arroyo, planeando, sobrevolando la inmundicia y lo que nos aterra. Desde arriba, junta a esas nubes que, detente, piénsalo, son nuestra memoria de humildad. Siempre que miremos hacia arriba y las veamos magníficas recordaremos lo poco, lo nada, lo agua que somos. Y eso es perfecto, eso es necesario. Somos humildes, seamos humildes, no nos sintamos mejor que la mariposa extranjera. Somos así, elegimos serlo. Has de saber que si eliges ser paroxista no todo va a ser divertido. Porque tu sensibilidad juega en dos direcciones. Va de dentro hacia fuera, de fuera hacia adentro. Y en medio de todo eso, tú sólo, tú hecho de infinitos y minúsculos corpúsculos, células hipersensibles, neuronas que dan forma a la Tierra que pisas como los individuos formamos el cerebro del Mundo. Pero no tengas miedo. Creo que podemos hacerlo. Yo estoy en ello. Intentando ser yo en el maremágnum. Y el agua a veces me hace daño, también a María, también a la mariposa, y a Malú Urriola, y a Alejandra Pizarnik, y a Julian Barnes, y al barrendero de la esquina, y a tu madre y a tu prima y aquel que amaste tampoco se olvida. Somos responsables de nuestra felicidad. Somos responsables de ser libres y felices, ¿ha quedado claro? Planeemos. Porque el himno paroxista también nos lo recuerda. Tonight we fly, compañeros.
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