¿Operación Tarifa?

manUal para pensar
(o de cómo enfrentarse a la inexorabilidad)
Lección 0
Dejen que discurra mi aliento, lo estruje y lo convierta en pensamiento, que me arranque lágrimas el repentino trino de los pájaros entre el claxon, las ambulancias, los gritos de los que se enfadan, el voluble semáforo que no veo, pero aquí está, lo tengo dentro, y fíjate, vivo en un séptimo. (u minúscula)




Sea que admire un musgo, un cristal, una flor, un coleóptero dorado, o un cielo de nubes, un mar con el tranquilo y gigantesco respirar de sus mareas, un ala de mariposa con el orden de sus estrías cristalinas, el corte y las cenefas policromadas de sus bordes, los múltiples caracteres y adornos del dibujo y las infinitas gradaciones y tonalidades, tenues y mágicas, de los colores... siempre que abordo con el ojo o con otro sentido corporal un trozo de naturaleza, si me siento atraído y encantado por él y me abro por un momento a su ser y su revelación, en ese momento olvido toda la zona ciega y codiciosa del ansia humana, y en lugar de pensar y mandar, en lugar de combatir o de organizar, por ese momento no hago otra cosa que "asombrarme" como Goethe, y con el asombro no sólo me hago hermano de Goethe y demás poetas sabios, sino de todo aquello que me asombra y que yo siento como mundo viviente: la mariposa, el escarabajo, la nube, el río y el monte, pues por la vía del asombro he escapado momentáneamente al mundo de las separaciones e ingresado en el mundo de la unidad, donde cada cosa y criatura dice a la otra: Tat twam asi. ("Esto eres tú").

Herman Hesse. Lecturas para minutos. Tareas del individuo. Página 52.





En el Espacio de lo Posible, en la opereta de Houellebecq, es Christiane quien explica a Bruno el origen del universo cuando le habla de lo corpúsculos de Krause. Él intenta describir una supuesta magia y ella dispara con la biología, le cuenta que “todo es cosa de lo corpúsculos de Krause”, las infinitas terminaciones nerviosas del tallo del clítoris, la corona y el surco del glande. ¿Las partículas elementales? No sé. Yo tengo serios problemas para distinguir entre el amor, el sexo y el arte, pero estoy muy segura de mis corpúsculos, de su calidad, digamos. Lo que me pasa es que no los tengo sólo en el clítoris, están también por todos lados. Ya saben, mente, cuerpo, organigrama completo, lo de arriba y lo de abajo. Todo. Nada más que agua entre los dedos como definición de un todo en constante estado de evolución; la contradicción como orgullosa bandera y el crecimiento como reto, el sí, el no, lo incierto, lo minúsculo, el minúsculo corpúsculo de la u (y sus intenciones). La constitución de un ejercito de paroxistas a caballo por la Gran Vía anunciando el respeto y susurrando consignas de amor, salvoconducto cristiano hacia el camino de la redención. No, no y no. También podemos odiar, o qué se han creído. Exigiendo un tratamiento justo para nuestros corpúsculos, en el Espacio de lo Posible, en el (des)equilibrio del guerrero hay lugar para detestar, para aborrecer con mucha mucha intensidad. Es por eso que algo de cierto debe haber en ese libro de Baudrillard, El Paroxista Indiferente, sí, sí, algo hay, hay que permanecer indiferente. Qué extraña palabra, in-diferente, sí, quiero un filólogo ahora mismo aquí. Digamos que ya, ya, ya. Tú vienes y me explicas la etimología de todo esto, me hablas en ruso y me invitas a bailar, yo te cuento lo que me enseña mi parestésica amiga, te hablo de la verdad, de que hay chicas que follan con el tipo de mejor coche que no son capaces de valorar los corpúsculos del que lo conduce. Aunque en la no posibilidad de lo real tal vez ese portador de corpúsculos sólo esté pensando en los suyos. Oh, qué contrariedad, camaradas paroxistas, esto es lo que Sey llama “relación de parásitos”. Grillo y cucaracha son igual de despreciables, pero uno de ellos sabe cantar. Ahí el paroxista se mantiene indiferente, el paroxista no ve, no le interesa, piensa seguramente en el vuelo de la hoja como cometa dirigiéndose al suelo, piensa en la extrema belleza de las sombras en el asfalto, en la magnificencia de la pimienta blanca, piensa en los corpúsculos de todos y brinda por el sano ejercicio de la ofrenda, aunque ésta se tiña a ratos de lo que en el imaginario parestésico se denomina “sueños de aguas turbias”.



¡Eh! Sí, aquí abajo. Hablándote desde el frío suelo....
axioma. (Del lat. axiōma, y este del gr. ἀξίωμα).
1. m. Proposición tan clara y evidente que se admite sin necesidad de demostración.
2. m. Mat. Cada uno de los principios fundamentales e indemostrables sobre los que se construye una teoría.


Hola a todos, amigos. Por las dudas, dejen, (nuevamente) que me explique. El paroxismo no es un axioma. Si acaso, en un hipotético y remoto caso, una entelequia.

Por las dudas (nuevamente), o por si acaso el caso no se entiende: entelequia.

(Del lat. entelechĭa, y este del gr. ἐντελέχεια, realidad plena alcanzada por algo).
1. f. En la filosofía de Aristóteles, fin u objetivo de una actividad que la completa y la perfecciona. 2. f. irón. Cosa irreal.

Bien. Ahí vamos. Paroxismo. Cosa irreal. Fin último de una actividad que la completa y perfecciona. ¡Perfecto! Nos sirven ambas acepciones...¿no es grandioso esto? Eso creo. Por lo demás, nada que objetar, hagan ustedes lo que quieran con su maldad, pero escupan hacia otro lado, que yo ya tuve suficiente tragedia en estas primeras décadas de mi existencia. Ahora mi vida, como bien dijo hace poco mi amiga Bertita aquí (de paso te mando un abrazo, querida, que como no tengo donde dejártelo) a partir de ahora sólo aceptaré caricias. Gracias.



P.S: Descubran qué son al estilo de Hesse, si son valientes.