sensibilidad suspendida
(razón: allá)
revolUción
Una vez que estés segura, y mentalmente predispuesta para la acción, ve directamente al orgasmo. ¿La mejor manera? Pídele a tu chico que te haga el sexo oral. Para muchas mujeres, la estimulación del clítoris durante el cunninlingus es la forma más fácil de llegar al orgasmo, dice Abrams. Mantener sexo oral antes de la penetración es una buena forma de preparar tu cuerpo y tu vagina para lo que vendrá más tarde. Incluso si durante los juegos previos no consigues llegar al climax, tranquila, no te des prisa. La labor de tu chico puede ser muy gratificante y prepara el camino para orgasmos posteriores. "Si te excitas lentamente, estarás excitada durante mucho más tiempo, y la lengua es mucho más flexible y húmeda que la mano. Es el instrumento perfecto para conseguir que tu placer llegue a borbotones". Pídele a tu pareja que te acaricie el clítoris con la lengua y los labios durante unos minutos antes de penetrarte. La estimulación oral es una magnífica forma de excitarse y llegar a sentir que después de cada clímax puede aparecer otro.
Cosmopolitan (Mini) Julio 2006 1,80 euros.
hola, amiguitos. ¿os acordáis de "El Club de los Poetas Muertos"?
viva peter weir, antes de nada sobre todo por "El año que vivimos peligrosamente".
bueno, a ver. allí llegaba Robin Williams y ellos rompían aquella hoja de aquel libro de poesía.
ésa, ésa que explicaba el correcto modo de, uhm, apreciarla. Haciendo mediciones o estadísticas de los poemas. Y entonces ellos, oh capitán mi capitán y todo el rollo, hacían bolas con esas hojas y danzaban como monos por el aula. pues esto igual igual, ¿no? creo que no se puede ser más obvio y zafio al mismo tiempo. qué feo. ¿os acordáis de que hace poco tuve que entrevistar a Ángel González? Sí, menuda suerte, fue increíble para mí. Él dijo eso, que la poesía tiene un lenguaje especial, y además otro especial para cada uno, y que el lector debe hacer un esfuerzo para llegar al trasfondo, y que la poesía hay que vivirla como se vive el vuelo de los pájaros y esas cosas de la vida, siempre ahí, tan espontáneas, imperceptibles por seudoeternas. Oh, que me acabo de acordar, hay un poema de Ángel González que le va genial a todo este asunto:
A VECES
Escribir un poema se parece a un orgasmo:
mancha la tinta tanto como el semen,
empreña también más en ocasiones.
Tardes hay, sin embargo,
en las que manoseo las palabras,
muerdo sus senos y sus piernas ágiles,
les levanto las faldas con mis dedos,
las miro desde abajo, les hago lo de siempre y,
pese a todo, ved: ¡no pasa nada!
Lo expresaba muy bien Cesar Vallejo: "Lo digo y no me corro".
Pero él disimulaba.
Corrámonos mucho, ¿vale? Pero sabiendo que es el vuelo de un pájaro. No, sabiendo no, apreciando que es el vuelo de un pájaro.
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