la muerte del primer poema

LAS NUBES

Inútilmente interrogas.
Tus ojos miran al cielo.
Buscas detrás de las nubes,
huellas que se llevó el viento.

Buscas las manos calientes,
los rostros de los que fueron,
el círculo donde yerran
tocando sus instrumentos.

Nubes que eran ritmo, canto
sin final y sin comienzo,
campanas de espumas pálidas
volteando su secreto,

palmas de mármol, criaturas
girando al compás del tiempo,
imitándole la vida
su perpetuo movimiento.

Inútilmente interrogas
desde tus párpados ciegos.
¿Qué haces mirando a las nubes,
José Hierro?

De "Cuanto sé de mí" 1957-1959
José Hierro



















Para surcar las nubes

Las manos en los h-u-ecos de los n-u-dos,
la vista al frente, presta a vivir.
No pienso en la dignidad porque ella me mantiene,
no pienso en ella que se crece.

Cuando las nubes son hermosas soy egoísta,
y pienso que están ahí para mí.
El mundo tan extraño, y ya no hay rosas.
Y es costoso salir a pasear el jardín.
Quedaron espinas en el cielo,
hay un poco de hollín dentro de mí.

A veces me detengo en la dicha para darme cuenta de que existe,
de que está. Aquí, aquí, aquí. La soga es un columpio,
la cometa un volatín. Me despierto y pienso:
qué enormidad, cuánta gente hay aquí.



(u minúscula)





De porqué los lazos atan y aprietan de porqué los nombres se clavan y sujetan de porqué las nubes son hermosas y lloran y dices, Oh, Belleza, anclada en musgo azulado y dices (posiblemente en otro contexto) Oh, Tormenta cálame los huesos haz que el azote de la lluvia sea realidad para éste incrédulo.

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