sensibilidad suspendida

(razón: allá)



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Quisiera escribirte tan llanamente, tan llanamente, tan llanamente. Sin nada que detenga nunca la atención, salvo la tuya únicamente, y hasta eso, borrando todos los rasgos, incluso los menos aparentes, los que marcan el tono, o la pertenencia a un género (la carta, por ejemplo, o la tarjeta postal), para que sobre todo la lengua permanezca obviamente secreta, como si se inventara a cada paso, y como si se incendiara enseguida, en cuanto un tercero pusiera los ojos en ella (por cierto ¿cuándo aceptarás que quememos efectivamente todo esto, nosotros mismos?). Es un poco por “banalizar” la cifra de la única tragedia que prefiero las tarjetas, cien tarjetas o reproducciones en el mismo sobre, antes que una sola carta “verdadera”. Mientras escribía carta “verdadera”, me acordé de la primera que me llegó de ti, que decía exactamente esto: “ hubiera querido contestar inmediatamente; pero hablando de `cartas verdaderas’, me prohibía Ud. a mí escribirlas. “ Te envío nuevamente a Sócrates y Platón mi pequeño apocalipsis de biblioteca.

(La tarjeta postal, J.D)

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